"Si sabes esperar, la gente se olvidará de la cámara y entonces su alma saldrá a la luz" (Steve McCurry)

Al contrario de lo que su nombre podría sugerir, este blog habla de una idea que tuve y que poco a poco fue saliendo de mi cabeza para convertirse en novela. Publicada por Algón Editores (colección "Añil")

lunes, 9 de julio de 2012

Decepción

Cuando cometemos un error aún a sabiendas de que no va a acabar bien, conscientes de que nos vamos a quemar y a hacer daño, sentimos una especie de decepción hacia nosotros mismos por haber sido tan idiotas, pero también hacia las personas que nos han hecho daño, aunque sepamos que es únicamente nuestra culpa. Esa decepción se puede transformar en tristeza, en autocompasión o tal vez en odio y rencor, pero ¿hacia quién? ¿hacia la otra persona? ¿hacia nosotros? Muchas veces nos escudamos en la intención de querer cambiar las cosas o a las personas, o al haber sido demasiado frágiles o inocentes, como si nos hubieran engañado, cuando la realidad es que nos hemos dejado engañar. ¿O no?

En una de las partes de la novela, la protagonista se deja llevar por uno de sus impulsos y se adentra de lleno en un laberinto del que, sabe, tal vez no sepa salir; aún así, decide correr el riesgo. ¿Por qué? Tal vez se cree demasiado fuerte para controlar sus sentimientos, pero lo cierto es que muchas veces nos hacemos jugarretas a nosotros mismos y nos ponemos la zancadilla.

Nada más salir a la calle, inspiró con profundidad, tratando de evitar la desazón que le invadía, intentando reprimir sus propios sentimientos, el dolor que no quería experimentar, mientras se decía que no tenía por qué sorprenderse, que era la crónica de un rechazo esperado. Comenzó a andar con paso lento calle abajo, y cuando llevaba caminados unos cuantos metros, se paró de pronto y se giró. Vio a lo lejos a varias personas caminar, algunas en dirección contraria, todas desconocidas. Tragó saliva, con amargura. Después, volvió a su camino y fue hasta la boca de Metro más cercana. Una vez en el andén de la línea 1, se sentó en uno de los bancos de piedra a esperar a que llegara el tren, y agachó la mirada, perdiéndola por entre las baldosas del suelo, esforzándose por no pensar pero haciéndolo, irremediablemente, y preguntándose por qué había llegado hasta ese punto.
-Ya sabías que no tenía sentido -se dijo- que no debías continuar con esto, que sólo te haría daño. Pero ¿en qué momento has cruzado la línea? [...] Tú comenzaste esto, tú sabías a lo que te atenías... Tú te has metido de lleno en el laberinto.

Para mí, este momento en el que ella se da cuenta de que ha metido la pata y que ha llegado demasiado lejos, cuando siente el rechazo y es consciente de que va a sufrir por ello, es uno de los momentos que me producen más empatía, es una mezcla de desolación y de "vaaamos, ya lo sabías...".

En cuanto a lo que sucede inmediatamente después, nada más llegar a su casa y recapacitar sobre lo sucedido, hay dos canciones que podrían formar parte activamente de esa escena; una de ellas es mencionada en la historia por lo que dice en su estribillo (y ya hablaré de ella en otro momento), la segunda es de esas canciones con las que nos podemos sentir muy identificados al relacionarla con alguna situación similar que hayamos vivido. Creo que en algún momento de nuestras vidas, todxs hemos sentido esa decepción hacia la persona que nos ha hecho daño pero también hacia nosotrxs mismos por habérselo permitido, y decepción, también, por no poder dar esquinazo a lo que sentimos aunque sepamos que no nos aporta nada bueno.

Quería dejaros el vídeo de dicha canción pero, no sé por qué, a través de blogger no me lo encuentra, así que os dejo una actuación de Vega interpretando su tema Cuánta decepción, y más abajo el enlace al vídeo a través de YouTube 





Idiota
por donarte cada esquina de mi cuerpo
por llevarte a conocer sus recovecos
Te hice un mapa señalando dónde herir...

lunes, 2 de julio de 2012

Presentada nuevamente a concurso

El pasado día 24 de junio recibí un correo de la persona que, como os comenté en una entrada anterior, me había asegurado que le había gustado mi novela, anunciándonos a varios escritores noveles la posibilidad de participar en el Premio Literario LIPP La Brasserie, de Méjico. La participación es a través de la editorial en la que ella trabaja, o mejor dicho, es que, para participar, las obras tienen que enviarse a través de una editorial. Así que decidí decirle que sí. Aun está todo un poco en el aire, pero supongo que a lo largo de esta semana que entra, me confirmará que mi novela se haya enviado a La Brasserie. Luego, como siempre, solo me queda cruzar los dedos.

La verdad es que aparte del tema de participar nuevamente en un concurso (aunque eso no quiere decir que tenga muchas esperanzas de ganar, puesto que hay muchísima competencia), lo que realmente más me ha hecho ilusión es que esta persona cuente conmigo, o mejor dicho: que haya pensado en mí (ya sé que no solo en mí, somos varios escritores a los que ha escrito), lo cual quiere decir que apuesta por mi obra, o que cree que tengo posibilidades (aunque sea mínimamente) de llevarme el premio. Así que desde aquí quiero darle las gracias, a pesar de que no creo que llegue a leer esta entrada, pero aún así... Sube mucho el ánimo que alguien te confirme que le ha gustado lo que has escrito, y que encima insinúe que puedes abrirte camino en el panorama literario.

El fallo será, en principio, el próximo 22 de agosto. Como os comentaba antes, no tengo realmente esperanzas de ganar, pero nunca se sabe, ¿no?, hay que tentar al destino... A lo mejor la serendipia puede hacer nuevamente acto de presencia...